Acción 4×4

Topografía y lectura de mapas

La Topografía es la ciencia que se encarga de representar en papel, o más modernamente, en soporte informático, las características de un determinado terreno, con sus particularidades geomorfológicas (montañas, ríos…), botánicas (bosques, cultivos…) y de ocupación del suelo (ciudades, pueblos, caminos o carreteras…).

 

Desde aquellos primeros mapas, realizados a mano y sin mediciones reales, hasta la actualidad, con modernas cartas topográficas realizadas en base a Sistemas de Información Geográfica (SIG) y Teledetección, hay un abismo. Antes, un mapa no valía más que para tener una somera idea de caminos o poblaciones; hoy, con un mapa obtenido con los últimos sistemas, creado digitalmente y georeferenciado, esto es, con información de coordenadas, podemos conocer nuestra posición con un error de milímetros.

PROYECCIONES

La tierra es una superficie curva, y un mapa es una representación de la misma sobre un plano.

Esto condiciona, a la hora de crear un mapa, la existencia de una serie de distorsiones, que afectan en mayor o menor medida dependiendo de la superficie cartografiada y el tipo de proyección. Si el mapa presenta una amplia zona, la distorsión será mayor, al trasladar a papel una superficie «mas curva». Por el contrario, si la zona representada es pequeña (como es el caso de los mapas 1:25.000 ó 1:50.000) la distorsión apenas se nota y la fiabilidad de los mapas es muy buena.

La proyección de un mapa es, entonces, la forma elegida por los cartógrafos para trasladar una superficie a papel.

Existen diversos tipos de proyecciones. Básicamente, consisten en una determinada figura geométrica que envuelve al globo terráqueo, presentando una determinada tangencia respecto al mismo en un punto concreto. Los diversos puntos de la esfera se reflejan sobre esta figura, la cual, una vez estirada en su desarrollo, nos da lugar al plano deseado.

Así, si la representación la hacemos sobre un cilindro, dará lugar a una proyección cilíndrica, como la ideada por Gerardus Mercator (de donde toma su nombre, Proyección de Mercator o UTM-Universal Transverse Mercator) en 1568, en plena era de los descubrimientos. Esta proyección se basa en un cilindro que envuelve a la tierra tangente al Ecuador.

Por ello, las distorsiones que presenta en la zona tropical son insignificantes, un poco mayores en las zonas templadas y elevadas en las zonas polares; de ahí que no se pueda emplear sino para representar la franja comprendida entre 84º N y 80 º S. Por su capacidad para representar tanto la práctica totalidad de la tierra (aunque con gran distorsión en algunas zonas) como pequeñas superficies, es la más utilizada hoy día.

Si para realizar la proyección elegimos un cono, tendremos una proyección cónica; esto dará lugar, una vez puesto en plano sobre el papel, a unos mapas en forma de abanico, muy útiles para representar grandes superficies (Europa, América del norte…) con pequeñas distorsiones, pero incapaces para representar la totalidad de la tierra (salvo con mapas de formas extrañas) y poco prácticos para pequeñas zonas, donde son superados por la proyección UTM.

Su utilización es, pues, muy limitada.

La Proyección Azimutal o de Azimut fijo se utiliza para realizar representaciones circulares de una determinada zona terrestre, alrededor de una coordenada concreta, y reflejando la zona deseada sobre una superficie plana. Las coordenadas próximas a este «azimut» apenas sufren distorsión, pero sí lo hacen las más alejadas. Por ello, no se usan para zonas muy extensas. Se utilizan principalmente para realizar planos de las zonas polares, donde el centro de los mapas es precisamente cada polo. De ellos nacen las coordenadas UPS (Universal Polar tereographic), complementarias de las UTM, que como hemos visto no son capaces de representar aquellas zonas más cercanas a los polos.

Existen otros tipos de proyecciones (Elipsoidales, etc), aunque lo realmente importante es que conozcamos la UTM, ya que será la más utilizada con casi todos los tipos de mapas.

Por último, destacar que, en la práctica totalidad de los mapas, y salvo que indiquen lo contrario e independientemente del tipo de proyección, el norte geográfico se encuentra situado en la parte superior del mismo.

EL DATUM

Todos los mapas topográficos incorporan una líneadonde se hace referencia al datum utilizado para su creación.

El datum es una función matemática, que hace referencia a la forma de la tierra en un punto concreto.

El datum WGS 84 es genérico, y válido para toda la superficie del globo. Por su parte, el European 1950 ó 1979 son datums muy similares entre sí, creados para ser usados en Europa. Son los utilizados por los mapas topográficos españoles.

La importancia del datum estriba en que no haya variaciones del mismo. Una misma posición, entre estos dos datums descritos, nos puede ocasionar una diferencia de 200 metros. Por ello, es muy importante leer este dato en mapas o listas de coordenadas antes de comenzar a introducir datos en el ordenador o el GPS.

CURVAS DE NIVEL

Para la representación del terreno, todos los mapas topográficos se valen, en primer lugar, de las llamadas «curvas de nivel». Son un conjunto de líneas, generalmente de color marrón, que unen puntos del mapa situados a la misma altura sobre el nivel del mar.

Estas curvas se encuentran, sobre el terreno, separadas entre sí por una altura constante, que aparece reflejada al pie del mapa, denominada «Equidistancia de las curvas de nivel». Esta cifra varía desde los diez metros que reflejan los modernos mapas 1:25.000 del IGN, hasta los cien o más metros de mapas con escalas poco detalladas, pasando por otras diferencias: 20 metros, 50 metros…

Independientemente de la equidistancia, casi todos los mapas incorporan cada cierto número de curvas (normalmente 5), una más gruesa, llamada «curva directora», en la que se ha indicado su cota, con el fin de facilitar su lectura.

Las curvas de nivel son un factor de primera importancia a la hora de interpretar un mapa, ya que nos indican claramente la geomorfología del terreno.

Aéreas del mapa donde las curvas se encuentren muy juntas nos están indicando sin duda importantes desniveles, con la dificultad que ello implica para la circulación, debiendo hilar muy fino para encontrar los pasos adecuados. Por el contrario, aquellas zonas donde éstas se encuentran muy separadas, llegando casi a desaparecer, nos hacen prever la existencia de planicies, a priori mucho más sencillas para desplazarnos a través de ellas.

Por último, las curvas de nivel nos permiten conocer la inclinación de un determinado recorrido.

Bastará con tomar un punto inicial y uno final, y calcular con la escala (en seguida lo explicaremos) la distancia a recorrer. Después, tomamos la altura correspondiente a la llegada y le restamos la de la salida (o al revés, si vamos a descender); tenemos la diferencia de altura y la distancia. Con una simple división, obtendremos la inclinación media del terreno.

Como complemento a las curvas de nivel, algunos mapas incorporan un sombreado de las zonas de más relieve, que contribuye a hacer más intuitiva su lectura.

Otros, por el contrario, incorporan las denominadas «Tintas Hipsométricas», que colorean en diversos tonos las distintas zonas del mapa, atendiendo a su altura: desde un verde claro a nivel de mar o en las depresiones, hasta el color blanco de las altas montañas, pasando por amarillos y marrones.

 

 

SIGNOS CONVENCIONALES

Todos los mapas, ya sean topográficos o no, disponen de un conjunto de recursos gráficos denominados «Signos Convencionales». Son una colección de símbolos, agrupados por familias, que nos permiten conocer de qué manera se encuentran representados en él diversos accidentes geográficos u objetos. El lugar del mapa donde aparecen explicados recibe el nombre de «Leyenda»

En primer lugar, las carreteras, pistas, senderos y caminos se representan, según su importancia, con diversos colores y anchuras de trazo, así como con líneas continuas o discontinuas. En algunos mapas detallados, incorporan a veces un número junto a una flecha que indica la anchura de cada carretera.

Igualmente, las vías principales de comunicación llevan indicada su nomenclatura.

A continuación tenemos los correspondientes a los ferrocarriles, representados en color negro.

Encontramos después un grupo de símbolos de color azul, que indican accidentes hidrológicos, naturales o artificiales: ríos, balsas, embalses o lagos, canales y pozos, humedales…

Diversas líneas de trazos discontinuos son las encargadas de indicarnos los diferentes límites administrativos contenidos en el mapa.

Un nuevo grupo de símbolos, de varios colores, se encargan de representar diversas características u objetos: pueblos, casas, fuentes, torres, castillos, iglesias, minas y canteras… Este grupo es el que más posibilidades de cambio presenta entre la utilización de uno u otro tipo de mapas, por lo que exige que nos familiaricemos con él antes de utilizarlos.

Por último, el color verde se utiliza para representar los diversos tipos de cultivos o bosques. En el caso de cultivos, los árboles suelen aparecer formando hileras; cuando son bosques, lo hacen de forma aleatoria, y la forma del símbolo nos permite saber incluso de que especie se trata.

Por otra parte, todos los mapas incorporan, en mayor o menor medida, una serie de topónimos que nos hacen saber dónde estamos.

Los mapas menos detallados se conforman con los nombres de las ciudades, los ríos más importantes y alguna cadena montañosa; Los de escalas más pequeñas, por el contrario, incorporan prácticamente todos los nombres: ríos, arroyos y barrancos; ciudades, poblaciones, caseríos, lugares y parajes e, incluso, viviendas aisladas; sierras, picos etc.

Todos estos nombres aparecen en diversos tipos de letra y tamaños, dependiendo de su importancia y, a veces, hasta de la población del lugar. Por supuesto, la explicación de todo ello aparece en la leyenda del mapa.

Una vez que nos familiaricemos con la utilización de los mapas, nos daremos cuenta de que reconocemos los símbolos de forma inmediata, sin tener que recurrir a la leyenda prácticamente nunca.

ESCALA Y TIPOS DE MAPAS

Junto a la leyenda, de la que hemos hablado en el apartado anterior, los mapas topográficos incorporan su escala. Esta es de dos tipos: gráfica y numérica.

El significado de ambas es idéntico. La escala gráfica se utiliza únicamente para trasladarla, por medio de una regla, plantilla o compás, a zonas o recorridos cuya distancia nos interese conocer, obteniendo inmediatamente, por comparación, el valor deseado.

La escala numérica, por el contrario, tiene más aplicaciones. Para empezar, nos permite conocer el nivel de detalle del mapa antes de verlo; un mapa con escala 1:25.000 tendrá el doble de detalle que uno de 1:50.000, y cuatro veces más que el equivalente de 1:100.000. Por el contrario, la misma zona en papel, ocupará cuatro veces más en 1:25.000 que en 1:50.000, y así sucesivamente.

Este tipo de escala nos permite, por otra parte, realizar cálculos para conocer el equivalente sobre el terreno a un tramo sobre el papel. Algunos mapas incorporan directamente un enunciado del tipo «Escala 1:1.000.000; 1 Cm=10 Km» que nos facilita la conversión de las mediciones realizadas con la regla sobre el plano. No obstante, esto es algo que siempre podemos hacer nosotros, aunque con el uso llegaremos a saberlo intuitivamente.

Por ejemplo, la escala 1: 25.000 nos viene a decir «1 centímetro en el mapa corresponde a 25.000 centímetros en el terreno; como sabemos que 1 metro= 100 Centímetros, dividimos 25.000 entre 100 y nos da los metros; Así, 25.000:100=250; Ya lo tenemos. 1 Centímetro= 250 metros, o, lo que es igual, un kilómetro de terreno ocupará cuatro centímetros de mapa.

Así, llegaremos a esta conclusión:

Escala 1:25.000 1 Cm=250 m.

Escala 1:50.000 1 Cm=500 m.

Escala 1:100.000 1 Cm=1 Km.

Escala 1:200.000 1 Cm=2 Km.

Escala 1:500.000 1 Cm=5 Km.

Escala 1:1.000.000 1 Cm=10 Km.

Escala 1:2.000.000 1 Cm=20 Km.

Escala 1:4.000.000 1 Cm=40 Km.

Y así sucesivamente. Por supuesto que hay escalas que no hemos reflejado, pero el método de conversión es el mismo para todas.

La elección de la escala a utilizar varía dependiendo de la actividad que vayamos a realizar, así como de la zona por la que tengamos que desplazarnos.

Evidentemente, un plano de 1:25.000 no es válido para desplazamientos largos por carretera, ya que en apenas 13 kilómetros lo habremos recorrido en su totalidad por su parte más ancha. Por el contrario, uno de escala 1.200.000 no nos servirá para hacer senderismo, pues su falta de detalle no nos permite ver la mayoría de las pistas, caminos y senderos.

Para nuestros desplazamientos en todo terreno a través de España, lo más adecuado, si de travesías y excursiones normales hablamos, son los mapas topográficos escala 1:50.000. Esta escala permite la visualización de la mayoría de pistas y caminos, con un buen nivel de detalle. Por otra parte, la superficie contenida en ellos (aproximadamente 28 x 18 Kilómetros) hace que no sea necesario cambiar muchas veces de mapa ni manejar un número muy elevado de hojas.

Las hojas escala 1.50.000 están editadas por SGE (Servicio Geográfico del Ejército) o por el CNIG (Centro Nacional de Información Geográfica) del Instituto Geográfico Nacional. Si bien las primeras han sido durante mucho tiempo la opción más recomendable por su nivel de actualización, hoy el esfuerzo realizado por el IGN para poner al día digitalmente sus hojas (en sustitución de las anteriores, algunas con más de 50 años y georeferenciadas respecto al meridiano de Madrid) las sitúa claramente por delante, siendo mucho más interpretables y agradables de leer.

La numeración de estos mapas (Serie MTN 50) se realiza de la siguiente manera: se divide la geografía nacional en columnas y filas, y se asigna el valor 1-1 a la hoja mas noroccidental, donde la primera cifra corresponde a la columna y la segunda a la fila; a partir de aquí, se incrementa el valor de columna a medida que nos desplazamos hacia el este y el de fila cuando lo hacemos hacia el sur. De esta manera, sólo con sumar o restar 1 podemos conocer inmediatamente la numeración de la hoja que nos quedaría a cualquiera de los cuatro puntos cardinales de la que estemos utilizando.

Existe otro sistema para nombrar estos mapas: directamente por un número. Este se asigna comenzando a contar la primera fila de Oeste a Este, y, al agotar esta, continúa con la segunda, y así sucesivamente hasta agotar las filas. Tiene el inconveniente de no poder conocer por la denominación los mapas que se encuentran al norte y al sur. Lo habitual es que en los mapas vengan indicadas las dos denominaciones.

Los mapas de escala 1:25.000 (Serie MTN 25), realizados por el CNIG, tienen la ventaja de su gran nivel de detalle, que los hace ideales para la práctica de senderismo o para circular por zonas muy intrincadas o montañosas. Por contra, la pequeña superficie que cartografía cada hoja hace que, para cualquier ruta, debamos llevar un número muy elevado de planos, con el engorro de manejo que ello supone.

La numeración de los mapas 1:25.000 es la misma que en los 1:50.000, pero añadiendo un número romano que indica a que parte de la hoja corresponde.

Así, la hoja 406 de la escala 1:50.000, por ejemplo, equivaldría a 4 hojas de 1:25.000, que se nombrarán como 406-I a 406-IV.

Los mapas de escala 1:100.000 (MTN 100) no son los más adecuados para la práctica del todo terreno, ya que comienza a escasear en ellos el nivel de detalle y sólo aparecen las pistas más principales. Tienen su utilidad a la hora de preparar rutas algo más largas, ya que con sus 56 x 36 Kilómetros de superficie permiten una mejor «visión de conjunto» del recorrido.

Por último tenemos los mapas provinciales, en escala 1:200.000. A pesar de no ser los más detallados, su nivel de actualidad hace que sean una opción muy recomendable que no deberá faltar en nuestro coche (junto con los de la serie MTN 50) a la hora de afrontar una ruta.

Normalmente, todos estos mapas suelen llevar un gráfico que los relaciona con los adyacentes de la misma serie, así como con los equivalentes de las series superior e inferior.

Existen otros mapas de escalas mayores o menores, pero su nulo interés para la utilización con vehículos todo terreno hace que no vayamos a insistir en ellos.

Hasta ahora, nos hemos referido a los mapas más adecuados cuando de realizar rutas por España se trata. Pero cuando planificamos un viaje por el extranjero (generalmente, dada nuestra afición, por el norte de Africa), la cosa cambia. Una escala que hasta ahora se nos presentaba como ideal (como pueda ser la 1:50.000) es demasiado detallada a la hora de afrontar grandes etapas por el desierto, donde una jornada podemos recorrer 200 o más kilómetros. Para ello, en un solo día necesitaríamos entre 8 y 16 hojas.

Todo un engorro, si además tenemos en cuenta que, dado lo despoblado de estas zonas, tampoco nos aportarían un nivel de detalle muy superior.

Por ello, para nuestras excursiones por África, nos debemos plantear mapas en escala 1:100.000, o, mejor todavía en 1:200.000 (para muchos la ideal en estas circunstancias). No deberá faltar también un mapa genérico de la zona como el Michelin 1:1.000.000 (disponible para Marruecos, Túnez y Parte de Argelia) o el 1:4.000.000 de la misma casa (el correspondiente a África Norte y Oeste).Tampoco estarán de más las cartas aéreas americanas TPC (Technical Pilotage Chart), en escala 1:500.000. Si bien por su tamaño son poco manejables, y las vías de comunicación que aparecen en ellas son muy pocas, disponen de un buen nivel de topografía (especialmente curvas de nivel, reforzadas mediante tintas hipsométricas) y presentan todas sus coordenadas perfectamente utilizables.

Otro tema importante a la hora de planificar este tipo de viajes es la disponibilidad de cartografía.

Desgraciadamente, en estos países este tema es todavía casi «secreto de estado», por lo que suele haber que recurrir a la de organismos extranjeros, generalmente de la época colonial. Ello conlleva un desfase en la actualización respecto a la realidad que, en ocasiones, debido a los lentos avances en infraestructuras, no reviste mucha gravedad.

Así, pues, podemos encontrar mapas de la mayoría de estos países del Instituto Geográfico Francés (en escalas 1:1.000.000, y 1:500.000), así como una magnífica cartografía militar soviética (1:100.000, 1:200.000, 1:500.000 y 1:1.000.000), con el inconveniente de tener sus topónimos expresados en caracteres cirílicos, pero con buenas representaciones topográficas.

Igualmente existe (estar disponible sería mucho decir) cartografía correspondiente a los ejércitos de cada país, que podemos intentar conseguir con mayor o menor fortuna.

FECHAS DE EDICION

La mayoría de los mapas topográficos existentes, tanto nacionales como extranjeros, incorporan en algún lugar la fecha de edición, y también, lo que para nosotros es más importante, la de creación, formación o actualización.

Es este un dato que no debemos pasar por alto a la hora de planificar nuestras rutas, variando su importancia de unas zonas a otras.

En efecto, a la hora de preparar excursiones por España, debemos tener en cuenta que, a mayor antigüedad de la formación del mapa, se incrementan las posibilidades de que aquellas pistas menos principales hayan desaparecido bajo los arados, o cegadas por la vegetación. También pueden haber sido sustituidas en sus funciones por otras nuevas, fruto de alguna concentración parcelaria, o haber sido asfaltadas en parte.

En este sentido, conviene recordar que aquellas pistas con principio y final claro (pueblos, grupos de casas o explotaciones, etc) son las más propensas a permanecer por su propio uso, e incluso haber mejorado su trazado o su firme. Por el contrario, aquellas más perdidas (ramales, pistas sin salida…) tienen muchas posibilidades haber desaparecido por desuso.

En estas circunstancias, debemos seguir los trazados de las pistas actuales, evitando siempre el «campo a través»; por una parte evitaremos destrozos botánicos o agrícolas innecesarios; por otra, en la amplia mayoría de los casos nos será beneficioso, ya que casi siempre encontraremos otra pista que sustituirá a la desaparecida y nos pondrá, antes o después, en el rumbo correcto.

Cuando nos desplazamos por el Norte de África, la cosa cambia. Para empezar, debemos dar por hecho la poca actualidad del mapa. No obstante, la lentitud en mejora de infraestructuras hace que este problema sea menos preocupante que en España, ya que hablamos de sus «vías de comunicación», que difícilmente pueden desaparecer.

Aún así, puede darse el caso de no encontrar la pista, ni aparecer ninguna que la sustituya. Aquí, debemos mantenernos sobre el trazado del camino desaparecido. Normalmente, volverá a aparecer, e incluso, de no ser así, es de suponer que su trazado siguiese un recorrido practicable en cuanto a desniveles, que todavía pueda ser aprovechado.