Acción 4×4

Recorriendo la península del Barbanza

Creo que todo ha ido muy bien. Terminó la ruta del Zabanbar en la península del Barbanza como otra gratificante experiencia de familia, amigos, naturaleza y todo terreno.

Con algo de retraso partíamos de Pobra do Caramiñal en dirección a nuestra primera subida trialera. Desde ese momento ya el Freelander nos enseñó (aunque no lo quisimos ver) que no iba bien. El menosprecio del vehículo por tratarse de un todo camino nos llevó a la confusión de pensar que no subía por ese motivo, aunque algunos ya apuntaban a la verdadera razón: el coche sólo traccionaba de su parte delantera. Días después el ordenador confirmaba esta sospecha. Desde Pobra do Caramiñal es fácil llegar a uno de los lugares naturales más bonitos de la zona: las piscinas del río Pedras.

Solventada esta primera incidencia continuábamos ruta hacia nuestro primer destino: el mirador del monte Enxa. Entre eólicos llegamos a este pico en el que en un día normal se puede disfrutar de hermosas panorámicas de la ría de Muros- Noya y de la ría de Arosa. Pero el sábado no era uno de esos días. Tuvimos que darnos bastante prisa en hacer las fotos, ya que la niebla avanzaba rápidamente entre las montañas ocultando las vistas. Allí fue en donde comenzó la pérdida de objetos. En esta primera ocasión, la cámara. Desde aquí ruego a la persona que la haya encontrado (que sé que alguien la recogió) que, por favor, me la devuelva. O, por lo menos, la funda. Gracias.

Pistas anchas de tierra nos iban acercando a la siguiente parada. No quedaba otro remedio porque era, probablemente uno de los pocos barrizales que nos íbamos a encontrar. Lo pedregoso de esta península y la sequía de estos días no dejaba esperanza para otra cosa. Pero ese es uno de los alicientes de las rutas en el campo: que nunca son iguales. Y efectivamente dio su juego. Dada la hora que era, menos mal que el extraño arreglo de pistas que no van a ninguna parte, hizo que no pudiéramos disfrutar ni del segundo barrizal ni de la trialera, pero sí de una buena comida a una hora prudente.

Con mucha calma continuamos nuestro rodeo al monte Iroite. A estas alturas ya teníamos nuestra última incorporación. El que, posteriormente, fue bautizado como el coche autobús: un matrimonio, sus dos hijos y los abuelos eran sus únicos ocupantes. El mejor ejemplo de ruta familiar, que duda cabe.

A última hora de la tarde volvemos a encontrar agua, que siempre es bienvenida y ya al anochecer, el último camino nos deleita con las vistas nocturnas de Pobra do Caramiñal, Riveira y Palmeira. Es aquí en donde nos esperan las habitaciones del hotel Río Azor y, cómo no, una fantástica cena a base de langostinos al horno y lenguado a la plancha con patatas cocidas. Por aquí debieron de quedarse las gafas de sol.

Al día siguiente comenzamos cerca de Corrubedo y su famosa duna. Hoy no sólo tuvo problemas el Freelander, sino también el coche autobús (Mitsubishi) y un poquito el Discovery de Javi. Pero por fin llegamos al mirador del monte Tahume. En días despejados podemos observar Finisterre, la isla de Sálvora y las dos rías en toda su plenitud.

Por aquí debió de perderse la gorra.

Unos cuantos caminos nos acercan a nuestro desafío final para este día. Una pequeña trialera y una larga subida del material que más abunda en esta zona: la piedra. Menos tres coches, lo primero lo pasaron todos. En lo segundo hubo disparidad de opiniones. El gran Mitsu estaba demasiado preocupado por no perder alguna pieza, el otro Mitsu (el autobús) no estaba preparado y los demás subimos como pudimos. Muchos nos preguntamos qué pasó con el otro hermano mayor: Toyota. Entre el esfuerzo de los coches, de los que subieron andando y la hora que marcaban nuestros relojes, era el momento ideal para irse a comer. Pero no sin antes recorrer la última pista y admirar las vistas que nos brindaba.

En Boiro nos esperaba Emilio en su restaurante (Pimentón) con un elaborado menú, como siempre. Después llegó el momento de las despedidas. Para mí, aunque fue una ruta de perder cosas, también fue una ruta de ganar mucho más: un fin de semana estupendo y, sobre todo, amigos nuevos. Buenos amigos.

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