El Panda Raid ha cubierto sus primeros cuatrocientos kilómetros ya en suelo marroquí sin percances. Los robustos Fiat Panda son revisados a diario tras las largas etapas en el campamento y todos siguen adelante.
Etapa 0: Nador-Lago Mohamed V, 80,3 km
Etapa 1: Lago Mohamed-Bel Frissate, 323 km
Fiat Panda llegados de todas las partes del mundo compiten en esta carrera-aventura en la que reina la solidaridad y el compañerismo
Después de la española, la nacionalidad más abundante es la italiana con no menos treinta efectivos en pista
A medida que pasen las etapas la organización avisa de un recrudecimiento en la complicación de los recorridos con las temidas dunas de arena de fondo
El pasado sábado por la mañana, la gran caravana de Fiat Panda pasó de tierras españolas a Marruecos en un ferry desde el puerto de Motril hasta Nador. La travesía duró más de seis horas y los casi 400 coches y 900 personas tuvieron un buen encuentro con el mar en calma, ideal para cambiar impresiones y prepararse de cara al inicio de la aventura. Fue el momento del reencuentro entre los más veteranos, porque muchos equipos repiten desde la primera edición, hace ya una década. Hubo tiempo para los viejos amigos y para realizar los pertinentes trámites administrativos tanto de control de pasaportes como de importación temporal de los singulares Fiat Panda.
Tras bajar del barco, un auténtico espectáculo en sí mismo por la cantidad de coches, la decoración de los mismos, el sonido de los motores y las bocinas, los participantes aprovecharon para cambiar dinero, comprar tarjetas telefónicas y empezar con la lectura del exigente rutómetro, la clave para los que buscan la gloria del triunfo. Una jornada que casi empezaba de noche tras el retraso del barco pero sin dificultad, pues se considera como de “toma de contacto” de los participantes en Marruecos. Así, un total de 80 turísticos kilómetros separaban la ciudad portuaria de Nador del Lago Mohamed V, lugar de la jayma para la cena y el briefing. Y además, el lugar de descanso para afrontar la siguiente etapa.
La mañana del domingo amanecía fría pero con un cielo despejado que hizo presagiar un buen día. Y así fue precisamente con una jornada perfecta de desierto, caminos rotos y pedregosos y algo de arena durante 323 kilómetros. Exenta prácticamente de incidentes reseñables, más de allá de algún coche atascado en la arena o de algún participante cuya mecánica se resistía a funcionar correctamente por la cantidad de polvo suspendido en las pistas. Fue el domingo cuando los participantes tuvieron que vérselas con el libro de ruta, el “roadbook”. Piloto y copiloto tuvieron que estar muy coordinados para elegir bien los caminos y los desvíos, que muchas veces se resisten a ser encontrados con facilidad. Incluso con un buen rutómetro como el que contaron en esta ocasión.
La navegación fue un elemento fundamental en la resolución de esta segunda etapa, aunque lo será más en las próximas jornadas. Especialmente allí donde la planicie del desierto solo deja atisbar el horizonte vaga y lejanamente pero no las múltiples pistas que a veces se cruzan o que discurren en paralelos durante muchos kilómetros. Un error de pocos grados puede suponer una desviación de kilómetros en muy poco tiempo, y no faltaron algunos escenarios de varios Fiat Panda perdidos intentado rectificar o volviendo a puntos anteriores descritos en el rutómetro.
En esta caravana multicolor de formas y coches en movimiento se integra en perfecta armonía el Fiat Panda Cross oficial de 0,9 litros de cilindrada y 90 caballos de potencia con tracción total permanente. Mucho más eficiente que la mayoría de los todoterreno grandes, el Fiat Panda Cross se ha desenvuelto durante estos 400 kilómetros de estas dos primeras etapas sin el más mínimo problema. Incluso, ha sido un fiel protagonista en la ayuda de algunos participantes que presentaban problemas mecánicos en su avance. Sin sorpresas por su perfecto funcionamiento y sobre lo esperado, sorprendió a propios y extraños por sus grandes cualidades fuera del asfalto con una participación ejemplar.
